Hace algunas entradas comenté de cómo vienes utilizando tu “control de esfínteres” para retarnos (porque también lo haces con papá).
Pero lo haces medido, es decir te mojas un poquitito; lo suficiente para que asumamos que debemos cambiarte la ropa.
Entonces decidimos que como medida preventiva /proactiva (no sale cual es el término adecuado), cuando estas a punto de iniciar un berrinche, debemos llevarte al baño y sacarte toda la ropa (de la cintura para abajo) para evitar que la mojes a propósito.
Así pasó el otro día, te senté en el baño y como seguías llorando, me fui un ratito a ver las ollas, porque cocinar es una de las tantas cosas que hago antes de ir al trabajo. De pronto de callaste y pude ver por el cerrojo que te acomodaste de tal manera que el chorito de orina en vez de ir al inodoro, iba de frente al piso. Poco a poco cogiste un mejor posición que el chorito hizo un arco mayor (como de un varoncito) y por su puesto cayo más “pichi” al suelo. Yo no lo podía creer, apenas terminaste de pusiste a llorar sin lágrimas y empezaste a gritar “Hizo pichi en el suelo, hizo pichi en el suelo.
Me quede con la boca abierta si no te hubiera visto no lo hubiera creído. Es cierto me moleste, te levante y te lleve a la ducha porque te habías mojado un poquito, claro no quisiste, en medio de tu llanto me gritaste: no me quiero bañar, no me quiero bañar. Como sabes que la ducha demora en calentar, volviste a gritar: no quiero agua fría, por favor. Yo pensaba en el tiempo, en las reuniones de primera hora, de que si me demoraba más iba a agarrar un tráfico infernal que me haría llegar mucho más tarde de lo previsto.
Cuando sentiste el agua tibia, dejaste de pelear, te lave, te seque y te lleve a tu cuarto para cambiarte. Me miraste y me dijiste: mamá esta molesta.
Si, te dije - estoy molesta y triste porque te portas mal.
Pero con el apuro que iba, empecé a hacer las cosas como autómata y tú sentiste mi indiferencia y te empezaste a preocupar. Y empezaste a decir: quiero que estés contenta, por favor quiero que estés contenta.
Estuviste así unos minutos hasta de tanta insistencia me sacaste una mueca que paso como sonrisa y después de ello todo fluyo muy rápido. Inclusive dio tiempo para que me ayudaras a limpiar el baño.
Pero no aprendiste la lección, creo que yo tampoco. Hoy la película fue casi similar al otro día, bueno confirme que orinarte en el suelo es tu nueva estrategia para hacerme enojar, porque como esta vez desde el inicio te mostré mi cara neutral (confieso que solo era la cara) y a tu pesar no mostré signos de enojo, tu empezaste a gritar: quiero carita triste, quiero carita enojada (traducción: quiero que estés triste, quiero que estés preocupada).
Como seguía sin inmutarme. Esta vez te agarraste de que no querías cambiarte y por algunos minutos te resististe, pero al final y después de tanto llanto, logré culminar todas las cosas pendientes.
Es cierto una vez finalizado el evento y ambas casi sin fuerzas físicas ni emocionales, pusimos de nuestra parte; para que lo que quedará del tiempo previo a salir de casa se hiciera más llevadero.
Te dejé en el colegio y me enrumbe a la oficina.
Ya en el carro que me llevaba al trabajo, pensaba en los cursos intensivos de inteligencia emocional que me has hecho tomar, creo que ni siquiera en Harvard la parte práctica seria tan efectiva. Aunque parezca mentira iba más despejada, sintiendo un relax mental, comparado al relax físico que se siente después de haber estado en una baño sauna.
Apenas llegué a la oficina, mi asistente me interceptó preocupado porque “el auditor externo” me estaba buscando porque había encontrado algunas situaciones complicadas en el área de operaciones y a él de manera inquisidora lo había estado interrogándole para sonsacarle información. Me hizo el siguiente comentario: ingeniera al parecer esta muy enojado, a lo que yo le respondí y cual es el problema no tienes porque preocuparte, así se haga pichi en el suelo, el me corto con un perdón no la entendí, bueno yo respondí, no nada, yo me entiendo sola.
Toque la puerta de su oficina, inicialmente el se mostró muy enojado y me comentó lo que había encontrado. Yo simplemente le mostré lo que he aprendido contigo neutralidad total. Cuando entendió que mi actitud no iba a cambiar en lo absoluto, las cosas empezaron a fluir mejor……